Europa ante una Paradoja: Aranceles a Eléctricos Chinos y Subsidios Millonarios a Vehículos de Combustión Propios

Una Paradoja Fiscal Europea en el Sector Automotriz

La Unión Europea ha implementado aranceles adicionales de hasta el 38% sobre la importación de vehículos eléctricos provenientes de China, argumentando que las masivas subvenciones del gobierno asiático a sus fabricantes constituyen una competencia desleal. Sin embargo, un reciente informe de la organización Transport&Environment (T&E) revela una contradicción significativa dentro de la propia región: mientras se promueve activamente la electrificación del parque automovilístico, los países europeos continúan destinando miles de millones de euros a subvencionar vehículos de empresa con motores de combustión.

Hace aproximadamente un año y medio, la Comisión Europea justificó los aranceles a los coches eléctricos chinos señalando el desequilibrio creado por los incentivos gubernamentales de Pekín. No obstante, el estudio de T&E subraya que, a pesar de la ambiciosa meta de la UE de que los fabricantes transformen sus gamas a 100% eléctricas para 2035 y el impulso general hacia el vehículo eléctrico, los contribuyentes europeos aún sufragan una considerable cantidad en subsidios para los combustibles fósiles. El informe detalla que, solo en los cinco países más grandes de la Unión Europea, las subvenciones para vehículos de empresa con motor de gasolina y diésel ascienden a 42.000 millones de euros anuales. Este desembolso se produce a pesar del compromiso previo de la Comisión de eliminar gradualmente tales subsidios, un avance que, según el informe, no se ha materializado en 2025.

Las ventajas fiscales otorgadas tradicionalmente a los vehículos de empresa son cuatro principales: prestaciones en especie (pagos no monetarios en forma de bienes y servicios), amortizaciones, deducciones del IVA y tarjetas de carburante. Es crucial destacar que estas ventajas no suelen aplicarse de manera generalizada a los particulares que adquieren un vehículo.

La magnitud del problema se agrava al considerar que, en 2024, los vehículos de empresa representaron el 60% de todas las nuevas matriculaciones en Europa. La paradoja se hace más evidente en países como Italia, Alemania, Francia y Polonia, que según T&E, son los mayores subvencionadores de vehículos de empresa con motores contaminantes, con cifras que alcanzan los 16.000 millones de euros en Italia y 13.700 millones en Alemania.

En el caso de España, aunque figura en el informe, no se encuentra entre los líderes en subvenciones a este tipo de vehículos. Las ventajas fiscales para los coches de empresa son similares a las de los vehículos privados, principalmente debido a una elevada tasa de retribución en especie. Esta situación ha resultado en una adopción muy lenta del coche eléctrico en flotas de empresa, representando apenas un 3,7% del total.

Este escenario contrasta fuertemente con las medidas adoptadas por países como Bélgica o el Reino Unido. Los británicos, por ejemplo, han implementado penalizaciones significativas para la adquisición de coches de empresa con motor térmico mediante una alta tasa de retribución en especie, complementadas con incentivos directos como impuestos más bajos para los conductores de vehículos eléctricos. Estas políticas han llevado a que los coches eléctricos de empresa representaran el 21,5% de las matriculaciones en el Reino Unido el año pasado.

Un dato adicionalmente preocupante del informe es que, de los 42.000 millones de euros destinados a subsidios, 15.000 millones se dirigen específicamente a la subvención de SUV. Según T&E, un comprador de empresa de un SUV con motor térmico paga hasta 8.900 euros menos en impuestos anualmente en comparación con un particular. Stef Cornelis, director del programa de flotas eléctricas de T&E, concluye: «Los contribuyentes pagan miles de millones cada año en beneficios fiscales para que los conductores de vehículos de empresa puedan conducir coches de gasolina contaminantes. Muchos de ellos son SUV caros, de alta gama y altamente contaminantes. Los enormes beneficios fiscales que aún reciben en Europa los conductores adinerados de vehículos de empresa de gasolina entran en conflicto con este objetivo».

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