La compañía estadounidense Bollinger Motors, a pesar de no ser un nombre ampliamente reconocido en Europa, ha concluido su trayectoria declarándose oficialmente en quiebra el pasado 21 de noviembre. Este desenlace pone fin a un período turbulento marcado por múltiples intentos de rescate financiero que resultaron insuficientes para asegurar su viabilidad.

A lo largo de sus últimos años, Bollinger Motors estuvo al borde del colapso en varias ocasiones, siendo salvada repetidamente por inyecciones de capital. La inversión más significativa provino de Mullen Automotive, que llegó a adquirir el 95% de la empresa, insuflando esperanzas de una nueva etapa. Con este respaldo, el plan era revitalizar los proyectos de los todoterrenos eléctricos B1 y B2, y lanzar al mercado los camiones comerciales B4 y B5, basados en un chasis personalizable.

Sin embargo, ninguna de estas ambiciones llegó a materializarse. La noticia del cierre definitivo fue confirmada por Helen Watson, directora de Recursos Humanos de Bollinger, al diario *Detroit Free Press*. La situación se vio agravada por 59 reclamaciones de salarios impagados presentadas ante el Departamento de Trabajo y Oportunidades Económicas de Michigan.
El cese de operaciones fue comunicado a los empleados a través de un correo electrónico del CEO de Bollinger Innovations, David Michery, quien aseguró que la empresa intentaría liquidar los sueldos pendientes en las próximas semanas, una promesa recibida con escepticismo dada la nula liquidez de la compañía. Con este cierre, Bollinger Motors se une a la lista de startups de vehículos eléctricos que, a pesar de tener productos prometedores como los modelos B1, B2 y B4, no lograron establecerse como una empresa económicamente sostenible y alcanzar la producción en masa.
A favor
- Concepto de vehículos eléctricos robustos y especializados (todoterrenos y camiones).
- Diseño prometedor que logró atraer importantes inversiones en varias etapas.
- Enfoque en un nicho de mercado con potencial de crecimiento.
En contra
- Incapacidad crónica para alcanzar la fase de producción en serie.
- Gestión financiera que no logró la sostenibilidad a largo plazo.
- Dependencia excesiva de la inversión externa sin un modelo de negocio viable.
- Cierre definitivo y cese de todos los proyectos.