Toyota ha decidido volver a pisar el freno en su estrategia de electrificación, aplazando por segunda vez este año la construcción de su crucial planta de baterías para vehículos eléctricos en Fukuoka, Japón. Aunque el proyecto no se cancela, la compañía prefiere reevaluar la fluctuante demanda del mercado antes de comprometer una inversión tan significativa.
La fábrica, proyectada para iniciar operaciones en 2028, estaba destinada a ser un pilar en la producción de baterías para los modelos eléctricos de gama alta del fabricante, especialmente para su marca premium Lexus. Su ubicación estratégica en el parque industrial de Shin-Matsuyama, a solo 40 kilómetros de la planta de ensamblaje de Lexus en Miyata, buscaba optimizar la cadena de suministro.
Sin embargo, el presidente de Toyota, Koji Sato, confirmó al gobernador de la prefectura, Seitaro Hattori, que los planes quedan en suspenso sin una nueva fecha definida. La compañía insiste en que se trata de una pausa estratégica para analizar el comportamiento del mercado, con la intención de retomar el proyecto a lo largo del próximo año.
Esta decisión se enmarca en un contexto global de enfriamiento en la demanda de vehículos eléctricos. El entusiasmo inicial ha dado paso a una fase de mayor cautela por parte de los consumidores, quienes muestran dudas sobre los precios, la infraestructura de carga y la autonomía real. Este escenario ha llevado a Toyota y otros fabricantes a recalibrar sus inversiones. La compañía ya había adquirido los terrenos por aproximadamente 34 millones de euros, con el compromiso de iniciar la construcción en un plazo de tres años, un cronograma que, por ahora, mantienen vigente.
El proyecto también representaba una consolidación interna para Toyota. La planta sería gestionada por Toyota Battery, una filial que nació de la adquisición total de Primearth EV Energy, anteriormente una empresa conjunta con Panasonic. Este movimiento estratégico buscaba dar a Toyota un control total sobre su producción de baterías, un componente vital para competir con gigantes como BYD y Tesla.
Aunque el futuro de la planta está en pausa, Toyota no descarta adaptar la inversión. Se ha sugerido que parte de la capacidad podría destinarse a la fabricación de vehículos completos o de otros componentes, manteniendo así la flexibilidad según evolucione la demanda. Esta cautela no es un caso aislado; otros grandes actores como Ford, General Motors y Volkswagen también han anunciado ajustes en sus planes de electrificación, lo que sugiere que la transición hacia la movilidad eléctrica podría ser menos lineal de lo previsto.
Competidores
La decisión de Toyota se produce en un entorno competitivo donde gigantes como BYD y Tesla marcan el ritmo de la industria del vehículo eléctrico. Además, otros fabricantes tradicionales como Ford, General Motors y Volkswagen también han anunciado una ralentización o ajuste en sus proyectos de electrificación, reflejando una tendencia de cautela generalizada en el sector ante el enfriamiento de la demanda.
A favor
- Decisión financiera prudente ante la volatilidad en la demanda de vehículos eléctricos.
- Permite a la compañía reevaluar y adaptar su estrategia de electrificación a las condiciones reales del mercado.
- Mantiene la flexibilidad para reconvertir la inversión en la fabricación de vehículos o componentes si es necesario.
En contra
- Retrasa el desarrollo de una capacidad de producción interna de baterías, un factor clave para la competitividad a largo plazo.
- Puede generar dudas sobre la velocidad y el compromiso real de Toyota con la transición a la movilidad 100% eléctrica.
- Podría ceder una ventaja estratégica a competidores que mantienen un ritmo de inversión más agresivo en la producción de baterías.
