
A pesar de que los recientes lanzamientos de vehículos eléctricos como el Toyota C-HR+ en Europa sugerían un cambio de rumbo, la histórica cautela de Toyota hacia la electrificación total, impulsada por su presidente Akio Toyoda, vuelve a manifestarse. El gigante automotriz ha puesto en evidencia sus dudas sobre el futuro inmediato del mercado.
La noticia central es la decisión de Toyota de retrasar, por segunda vez este año, el inicio de la construcción de una nueva planta de baterías en Fukuoka, Japón. La compañía adquirió el terreno a principios de año por un valor de 6.000 millones de yenes, equivalentes a 33,7 millones de euros, una inversión que ahora pende de un hilo.

Este movimiento no está exento de riesgo. El acuerdo de compra incluye una cláusula crucial: Toyota debe levantar la fábrica en un plazo de tres años, es decir, antes de 2028. De no hacerlo, podría perder la totalidad de la inversión. Con casi un año ya transcurrido, la presión aumenta mientras la compañía evalúa el panorama.
El motivo detrás de esta parálisis es la desconfianza en las previsiones de ventas de coches eléctricos para los próximos años. Según informa el diario Nikkei Asia, Toyota no ve claro comprometerse con una inversión de esta magnitud si la demanda no alcanza las proyecciones iniciales. De hecho, la propia marca ha ido ajustando sus estimaciones a la baja: la previsión de vender 1,5 millones de eléctricos para 2026 se ha reducido progresivamente hasta las 800.000 unidades para el próximo año.

Aunque las ventas de eléctricos de Toyota han crecido un 20,6% en los primeros nueve meses del año, alcanzando 117.031 vehículos, esta cifra sigue estando muy por debajo de sus objetivos más conservadores. Esta brecha entre la realidad y las expectativas alimenta la estrategia de prudencia de la compañía.
En un claro contraste, Toyota no duda en invertir allí donde la demanda es sólida y creciente. Es el caso de China, donde ya está en marcha la construcción de una nueva fábrica en Shanghai. Esta planta se dedicará a la producción de los futuros modelos eléctricos de su división de lujo, Lexus, como el LF ZC y el LF ZL, destinados inicialmente a satisfacer el pujante mercado chino.
A favor
- Estrategia financiera prudente ante la volatilidad del mercado eléctrico.
- Flexibilidad para ajustar las inversiones a la demanda real del mercado.
- Focalización de la producción de eléctricos en mercados de alta demanda como China.
En contra
- Riesgo de perder la inversión de 33,7 millones de euros en el terreno.
- Puede quedar rezagado en capacidad de producción de baterías frente a la competencia.
- Proyecta una imagen de indecisión sobre su estrategia de electrificación global.